DESCRIPCIÓN DEL ITINERARIO
Senda de Viona y la Cueva de San Pedrín (PR-AS 277)
La Senda de Viona y la Cueva de San Pedrín ofrece un recorrido que combina a la perfección naturaleza, tradición y un curioso vínculo con la historia ferroviaria de Asturias. Esta ruta, que discurre por el concejo de Sariego, nos sumerge en el paisaje rural asturiano, donde prados, bosques y pequeñas aldeas se funden en un entorno de gran belleza.
El recorrido arranca en el tranquilo pueblo de San Román, para adentrarse de inmediato en caminos rodeados de verdes praderas y arboledas de robles, castaños y eucaliptos. Uno de los tramos más singulares de la senda discurre sobre la antigua plataforma de una vía de tren, por la que en su día transitaban locomotoras que daban servicio a la zona. Ahora, esos raíles han dado paso a un cómodo y amplio sendero, flanqueado por taludes de vegetación, que conserva la esencia de aquel antiguo trazado ferroviario. Caminar por este tramo evoca el recuerdo de otros tiempos, mientras la naturaleza ha ido reclamando poco a poco su espacio.
Más adelante, la ruta nos conduce a través de bosques sombríos y senderos más recogidos, donde el silencio solo es interrumpido por el canto de los pájaros o el crujir de las hojas bajo los pies. En el corazón de este entorno natural se encuentra uno de los lugares más especiales de la senda: la Cueva de San Pedrín. Este pequeño santuario, excavado en la roca y rodeado de un ambiente de recogimiento, es un importante lugar de devoción popular. Cada primer domingo de agosto, centenares de personas se acercan hasta aquí para celebrar la romería de San Pedrín, participando en una misa campestre y compartiendo un día de fiesta entre amigos y familia.
Tras visitar la cueva y disfrutar de la serenidad del lugar, el camino continúa entre bosques y pequeños núcleos rurales, salpicados de hórreos y viejas casas de piedra, testimonios vivos de la arquitectura tradicional asturiana. A lo largo del recorrido, las vistas se abren en varios puntos para ofrecer panorámicas del valle de Sariego, un paisaje de suaves colinas, pastizales y pequeñas aldeas que invita a caminar sin prisas.