DESCRIPCIÓN DEL ITINERARIO
Partimos de Loredo, siguiendo la PR-AS 36, conocida como la Senda de Loredo, un sendero tranquilo que serpentea entre prados y bosques del concejo de Morcín. El camino, bien señalizado y amable al principio, nos fue adentrando poco a poco en un entorno más montañoso, salpicado de castaños y robles que en esta época del año comienzan a perder sus hojas.
Al llegar a un cruce, decidimos ampliar la ruta subiendo por un antiguo camino empedrado, una calzada de piedra que trepaba por la ladera del monte. El ascenso fue exigente, pero también uno de los tramos más bellos y solitarios del recorrido. A cada paso, la vista se iba abriendo sobre el valle y, tras un esfuerzo sostenido, alcanzamos Porrimán, una pequeña aldea del concejo de Morcín que parecía suspendida en el tiempo.
Desde allí, enlazamos con una antigua pista minera, hoy ya en desuso pero aún reconocible por su traza amplia y firme, que nos condujo directamente a la mina de Morcín. A lo largo de ese tramo, el paisaje se volvió más agreste, con restos de instalaciones y alguna que otra construcción abandonada que daban testimonio del pasado industrial de la zona.
Después de visitar la mina, caminamos varios kilómetros por la carretera nacional. Aunque menos agradable que los tramos anteriores por el tránsito y el asfalto, sirvió de transición hasta poder retomar de nuevo la PR-AS 36. Al reencontrarnos con la senda original, el ambiente cambió de inmediato: volvieron el silencio, el olor a tierra húmeda y el ritmo pausado del bosque.
Finalmente, regresamos a Loredo, completando una ruta circular exigente pero muy enriquecedora, que combinó la belleza natural de la senda con el interés histórico de los caminos mineros y la dureza del terreno montañoso.